David Rosenmann-Taub

JUEZ del JUEZ

 

JUEZ DEL JUEZ

1983. Lápiz en papel. 17x22 cm.

De pronto, delante de un jurado invisible, se encuentra injustamente acusada.

Nunca esperó ser vista de una manera tan negativa.

No quiere tomar la ofensiva sino defenderse, pero está acorralada. En su desconcierto, no sabe qué hacer: sólo tiene por escudo su orgullo.

Indignada, con mucho dolor y perdida, se esfuerza por evitar mostrar su agitación interna. Debe parecer fuerte.

La línea de síntesis, que se cierne en el aire y sobre el que descansa su brazo, le ofrece cierta estabilidad: puede contar únicamente con ella misma ya que nadie acude a rescatarla.

Su mano permanece oculta como si hubiera sido mutilada por la calumnia.

El chal, al envolver su cuello, le ofrece protección y ayuda a mantener su rectitud; ajustado, presiona contra ella; en este momento se siente estrangulada.

Líneas oscuras marcan su garganta: no puede tragar la denuncia.

Sus cejas levantadas muestran repulsión, su boca se abre con sorpresa y desdén.

La única arruga, profunda y vertical, en su frente resume todo el drama y revela la extrema tensión que la carcome.

Con altivez, no obstante, se vuelve para enfrentar — y para juzgar — a quien la juzga.