LOS SURCOS INUNDADOS

 

LOS SURCOS INUNDADOS

1983. Lápiz sobre papel. 22×23 cm.

Los Surcos Inundados, el segundo libro de David Rosenmann-Taub, salió en 1951, dos años después de su primero, Cortejo y Epinicio. Ambos libros fueron publicados por Arturo Soria, dueño de Cruz del Sur, editorial chilena de gran prestigio en esa época. El poeta revisó Los Surcos Inundados en 2014 para, de manera más precisa, exponer su propósito. LOM Ediciones publica entonces la nueva edición en cuya portada aparece este dibujo.

Los Surcos Inundados contiene una docena de poemas divididos en varias partes. Comienza y termina con dos poemas que se hacen eco.

Inicia con Primera Sonata, en tres movimientos: Creación, Alumbramiento e Hijo. Los títulos mismos indican que la obra está inundada con la alegría de la expectativa que rodea el nacer de un niño. El suceso se narra desde el punto de vista del eufórico joven padre.

El último poema de Los Surcos Inundados, Segunda Sonata, está compuesto por tres movimientos: Pórtico, Abismo y Réquiem. El poeta habla sobre la muerte de dandún (apelativo cariñoso para el niño), de apenas dos años. El desconsolado padre está inmerso en cada momento de la tragedia. Sentimientos de estrago y desesperación permean la sonata.

Un surco es una zanja hecha en la tierra para recibir semillas; también puede ser una tumba abierta.

El dibujo parece suspendido en el aire. Al igual que las dos sonatas, el retrato muestra dos lados opuestos: iluminado a la derecha, oscuro a la izquierda.

A la derecha: observación intensa. Firme, no se conmueve por lo que presencia, no se altera internamente. Esta compostura se manifiesta en el recorrido hasta la boca, sin sonreír, ni contraída ni triste: “Tengo que mantener la calma. Todavía poseo algo luminoso en mí; necesito defenderlo.” La sección clara de su rostro indica que mantiene su inocencia. Sin embargo, aquí y allá (debajo del ojo y en la mejilla) comienza a aparecer una sombra.

Su larga nariz parece alejarse de un mal olor. La inclinación de la cabeza muestra una actitud de retraimiento. Le resulta perturbador comprender lo que implica vivir en la tierra.

La boca es pequeña, incluso menor que sus ojos: toda la atención se dirige a la mirada completamente abierta. [Estos ejemplos caracterizan los dibujos de David Rosenmann-Taub. Parecen realistas a primera vista; creemos percibir una cara normal, pero el artista se toma muchas libertades con la realidad — como se puede apreciar aquí —: entre otras, en la longitud de la nariz y la estrechez de la boca. La forma ayuda a expresar el sentimiento provocado por lo que está aconteciendo. La naturaleza crea figuras a su antojo y, asimismo, el artista es libre de crear cualquier estructura que ilustre su propósito. David Rosenmann-Taub no se aparta de lo usual de manera artificial o forzada. Por el contrario, estas “deformaciones” se integran en un todo que se fusiona en un retrato reconocible; las modificaciones de las formas esperadas animan la imagen y la hacen cobrar vida. Lo que se puede ver no son los rasgos físicos de un rostro, sino los rasgos intrínsecos del modelo, su realidad interna. El objetivo es hacer visible lo invisible.]

A la izquierda: parece que recibió un terrible golpe que oscureció su mejilla y su ojo — testigo del mal, en el que la sorpresa, frustración e indignación son evidentes —. Incluso, de tan consternado, tiene una doble ceja levantada.

El mechón de pelo que cae sobre su frente parece protegerlo de la bofetada del descubrimiento.

Un joven, en el umbral de la adultez, que comienza a informarse sobre su entorno, de lo que está hecha la comunidad de hombres y mujeres, de los comportamientos generalizados: violencia, lucha por el poder, hipocresía, mentira, egoísmo. Actúan de acuerdo con la naturaleza misma, que crea y destruye incesantemente. Apenas ahora él mismo experimenta su violencia letal.

Si miramos los dos ojos juntos, dos emociones opuestas coexisten: calma y horror. Entre los ojos, las cejas colisionan — una indicación de su agitación interna —; se unen y trazan un pájaro asustado con las alas extendidas.

En la base de su cuello, un disco. Este inusitado dispositivo parece tan natural, que es innecesario su cuerpo debajo de la cabeza. No sabemos si el cuello surge del disco o si el disco es una prolongación del cuello. ¿Lo han decapitado? ¿Olvidó su cuerpo como consecuencia del embate con la realidad?

Al diseñar este remolino, el artista no es esclavo de la realidad. Aunque el vórtice aparece animado por un movimiento rápido, hay líneas giratorias que no responden con el mismo efecto: muchas tienen puntos de ruptura y direcciones contrarias. Las cosas no suceden de manera regular, uniforme, predecible.

Este disco es el mundo, que da vueltas constantemente como lo hacen otros planetas. ¿Cuántas personas, también girando en su existencia, están perdidas en preocupaciones irrelevantes?

El joven, dejando atrás la infancia, pronto entrará en la vorágine. No ha empezado a participar en el juego general. ¿Se convertirá en un miembro de la manada y aullará con los lobos o, decidido a defenderse, mantendrá su humanidad intacta?