Los comentarios sobre los dibujos han sido compilados por la Fundación Corda y se basan principalmente en conversaciones y materiales publicados e inéditos de David Rosenmann-Taub.

David Rosenmann-Taub drawing in his studio“En mi cabeza no hay separación entre la actividad musical, la actividad poética y el dibujo. (…)  es como si escribiera en castellano, en dibujo, en música. Jugando con los términos: dibujo con palabras o escribo con dibujos: cada obra tiene su ley: uso el medio que se ajusta más a su expresión”.  [David Rosenmann-Taub: entrevista por Beatriz Berger, Poeta en tres dimensiones [David Rosenmann-Taub: interview by Beatriz Berger, Poeta en tres dimenciones, Universidad de Chile, 2005]

David Rosenmann-Taub pertenece a una categoría inusual: la del artista genuinamente multi-dotado. Nace en 1927 en Santiago de Chile. Manifiesta su vocación por la poesía desde muy temprana edad y es considerado una de las mayores voces de la literatura contemporánea. Sus escritos, inicialmente publicados en Sudamérica, han sido traducidos a varias lenguas e incluidos en numerosas antologías. Desde muy pequeño, también demostró una notable capacidad para la música, la cual desarrolló primero bajo la tutela de su madre, Dora Taub, consumada pianista, y luego en el Conservatorio de Santiago. Grabaciones de sus composiciones para piano, tocadas por él mismo, están disponibles gracias a la Fundación Corda.

Ha dibujado toda su vida y realizado alrededor de unas mil obras. Por el momento, están disponibles las publicadas en Oó, o (Editorial Pre-Textos, 2016), en Al Rey su Trono (Jornadas, LOM Ediciones 2018) y especialmente las ilustraciones en las portadas de sus libros, que presentan las colecciones de sus poemas y son relevantes al contexto de los volúmenes.

Al igual que en su poesía y su música, procura ir a lo esencial: para no distraer, escoge prescindir de pinturas y evitar colores. Su arte es sobre todo en blanco y negro, que logra con limitadas herramientas (lápiz, pluma, tinta, carboncillo, tiza). Libre de componentes superfluos, alcanza verdades íntimas.

Si bien dibuja paisajes, naturalezas muertas y composiciones abstractas, buena parte de su obra está dedicada a los retratos, muchos de ellos en primer plano. No recurre a modelos o fotografías: gracias a una excepcional memoria visual, trae a su mente, para inspirarse, personas que ha conocido o que ha observado atentamente a distancia. También combina rasgos para crear un rostro original. Encuentra la realidad suficientemente rica y no necesita recurrir a la imaginación.

Captura no sólo un momento aislado en la existencia de estos individuos, sino su vida completa y la resume en sus aspectos fundamentales. Sus desnudos semblantes revelan quiénes son: sus sentimientos privados, los valores que atesoran, las contradicciones que los desgarran, sus heridas más hondas, errores irreparables, desengaños, la conmoción al ser traicionados por aquéllos en los que uno confiaba o el desconcierto al darse cuenta de que las promesas que creían que albergaba el mundo fueron aplastadas: en definitiva una descripción del destino humano. Es así como vemos personas sopesando decisiones cruciales o atrapadas en el contacto profundo consigo mismos. Despojados de defensas ante la clarividencia del artista, exponen una vasta gama de emociones: ira, deseo de venganza, desesperación, lucidez, desorientación, melancolía, orgullo, determinación de continuar pese a todo… “Para existir con sentido, hay que arrancar la máscara.” [David Rosenmann-Taub. Ibid.]

El arte de David Rosenmann-Taub parece ser espontáneo, realizado a gran velocidad. Pero no es tal. De acuerdo a la demanda que lleva la elaboración de cada trazo, le va dando forma durante un proceso extremadamente lento. La certeza de las líneas atestigua su maestría técnica: no se permite corregir o borrar.

Gracias a su innato sentido de la proporción áurea, construye su arte a través de un juego de correspondencias y ecos que logra un estado de equilibrio global: sus dibujos, tanto los de mayor o menor complejidad, se sostienen en una base matemática de las proporciones. 

Como primera impresión, podríamos pensar que los retratos son realistas, porque reconocemos sus particularidades, pero, al examinarlos atentamente, notamos que el dibujante toma todo tipo de libertades formales. David Rosenmann-Taub a través de facciones humanas, representa estados de conciencia y, de ese modo, es libre de recurrir a lo que sirva su meta expresiva. Las caras pueden estar directamente de frente y, simultáneamente, en tres cuartos de perfil, o los puntos de vista de los lados derecho e izquierdo pueden estar a diferentes distancias. [Para evitar confusión y tener consistencia a través de los comentarios de los dibujos, llamaremos “derecha” a lo que está a la derecha desde el punto de vista del lector e “izquierda” a lo que está a su izquierda.] Estas sutiles discrepancias hacen que los dibujos vibren, por así decirlo, dotándolos de vida propia. Pronto olvidamos que estamos mirando un papel, entramado con trazos de lápiz: las estilizadas imágenes son intensamente humanas y animadas.

Una característica única aparece en algunos de sus retratos, es lo que se puede denominar línea de síntesis. Su presencia es una pieza del equilibrio general del dibujo y expresa un resumen del estado emocional y mental representado, proveyendo información extra sobre lo que está sucediendo. Por ejemplo, en  Juez del Juez, La OpciónLa Sorpresa de Existir, Mirar para no Ver.

Los textos que acompañan los dibujos tienen el propósito de proveer llaves que faciliten la comprensión de las intenciones del artista, pero no agotan lo que estas obras tienen para ofrecer.