¡HACIA DÓNDE!
1992. Lápiz en papel. 16x18 cm.
La prisionera de un cuerpo envejecido, cuya columna vertebral se ha vuelto débil y descalcificada. Su cabeza, sujeta a un rígido torso, se desploma hacia abajo. De perfil, parece un ataúd vertical.
Su nariz plana: la de una calavera.
Su boca: tensamente cerrada por el sufrimiento y la ira. La mujer discrepa ferozmente con el curso de los acontecimientos, pero no sabe cómo defenderse: su condición física impone su propia ley y su pensamiento no tiene poder para cambiar nada. Aunque es muy vieja, continúa completamente consciente de la trampa que la encierra. La maldice en silencio.
Indefensa en las garras de la naturaleza, se encuentra en la misma situación, en esencia, que la de cualquier persona a cualquier edad; el predicamento humano es, simplemente, más obvio para ella que para otros.
“Me veo obligada a contemplar adónde iré pronto: a la tierra. No puedo escapar mirando todo el tiempo en una sola dirección.
“Siento miedo. Estoy indignada. ¿Es esto vida? ¿Terminar atrapada? Me queda algo de fuerza. Intento rebelarme de alguna manera: me mantengo arreglada, mi cabello ordenado bajo una red transparente. Todavía experimento la sensación de futuro. ¿Por cuánto tiempo?
“A pesar mío, reflexiono sobre muchos recuerdos. Ya soy algo del pasado, como si yo estuviera muy lejos.”